Ni los soplos del viento
Ni las cumbres blancas del tiempo
Ni los puntos cardinales que se esconden
tras cada uno de los sentimientos
Cuento uno y me llevo veinte
porque en esto del amor
no existe coeficiente o teorema
que te lleve de marea en marea
hasta donde el mar pierde el nombre
y gana fuerza en el horizonte
Ni el ganador triunfa siempre
ni el perdedor acaba por perderlo todo
cuando un sol de mediodía
inunda con esperanza la gloria
de su propia libertad
Arrojo la piedra
pero no escondo la mano
Tampoco me guardo del todo
aquello que por no hacer daño,
me callo
Pues no conozco más cobarde
que aquel que grita
lo que no piensa
y piensa lo que no dice
y al esconder sus motivos
traiciona y se contradice
causando un daño horrible
Para mí, también,
Yo también hallé en tu compañía
aquella magia que desde niño
me demostró que dentro
de un verso de poesía
por muy fría que fuese su alma
siempre se guardaba el secreto
que esconden tras de sí
las cosas maravillosas
Porque no hallé mejor testigo
ni mayor confidente
Jamás nadie me esperó levantada
cada vez que mis lágrimas,
de miedo y pena, inundaban mi cama
Nunca el país de nunca jamás
me pareció un lugar tan bello
desde que lo visité contigo
y aún así, aún bebiendo veneno
y tragando nostalgia a puñaladas
me quedo contigo y no con más nadie
Porque estando contigo
conmigo estoy a salvo,
vanidades aparte
Y ya sea
como castigo o contienda
tras un desayuno sin diamantes
y una cena de mendigos
Siempre busco
entre la penumbra de mis ojos
la silueta de los tuyos
A nadie nunca, como a ti,
pedí paciencia y una embriaguez
de tortuosas elucubraciones
que me ayudasen a sobrevivir
cuando en primavera,
parte de mi alma perdí
Y aún así,
aún habiendo escrito
algo como esto
sigo estando excitado e inquieto
Porque sigues aquí a mi lado
y sé y soy consciente
que por mucho que desee mirarte
jamás lo conseguiré
Jamás hallaré el modo o la forma
de que te me muestres
y aún así y sin embargo,
es junto a ti donde de veras,
me siento a salvo