Ese fuego
que sin calentar quema
ese hielo
que sin derretirse condena
Esa agua, este suelo,
esta tierra
que casi nadie pisa
La otra acera,
la esquina que se queda atrás
cuando uno decide
no dar la vuelta
La melodía
que hace evadir tu alma,
el paraíso y el cielo, pero:
¿dónde está el paraíso?
El café deja la misma embocadura,
sobre un paladar nada exquisito
que se debate entre sueños y versos
dejando a ambos sin consuelo
Y no existe otra manera
no hay compostura
ni señuelo o promesa
No existe el ayer
si uno no lo recuerda
como lo que en realidad es…
¡el ayer!
Todo lo demás
son castillos de arena
o mensajes para no olvidar
sobre la puerta de la nevera
Ya no existen palacios
ni mundos soñados o mágicos
El trono para los reyes
Las escrituras para los sabios
“Quiéreme
cuando menos lo merezca
porque será entonces
cuando más lo necesite”
Existen estrofas tan bellas
construidas sobre avatares
existen estrofas tan dulces
que a nadie dejan indiferente
Quiéreme:
-¡Cuánto te quiero!
Aunque no lo merezca:
-¡Ya lo mereceré!
Pero ahora, en estos momentos:
-¡Quiéreme!
sin pedirme nada a cambio
sin exigirme suspiros o cambios
sin reprocharme acciones o bienes
-¡Quiéreme!
Como se ama un sueño
Abrázame y no hagas preguntas, solo:
-¡Quiéreme!
Comprende mi estado de ánimo
aunque no lo compartas,
entiende estas circunstancias
Observa lo que no puede verse
¡Pobre diablo!
Quizá un café,
una cena, un abrazo
hubiesen valido tanto
Quizá aquel… siéntate conmigo,
un ratito a mi lado, en silencio
cabizbajo sin que nos vea nadie
dejando pasar el tiempo,
solamente eso... tiempo
No espero nada
el tiempo cicatrizará mis albas
ahora lo sé
¡Ayuda!
¿Quién no la necesita?
¡Quièreme
aunque no
me lo merezca!