Nos dijeron que no podíamos llegar. Nos dijeron que hacer el amor era un pecado si no había amor: ¡Qué karajo!. Nos prohibieron la libertad y las salidas nocturnas en soledad. Nos dijeron lo que estaba bien y lo que estaba mal, sin preguntarnos opinión alguna.
Nos prohibieron el ron y pusieron de moda una tal Ginebra, pero se olvidaron de Camelot. Nos dijeron no a las botellas, el hielo comenzó a derretirse como lo hacen los glaciares de polo sur y polo norte. Nos prohibieron la atracción que se siente referente a la mujer del prójimo, catalogando de herejía las cosas maravillosas por las que un hombre se siente hombre. Igualmente me vale la fórmula para la mujer.
Dijeron que no con normas, edictos y pronombres. Nos conjugaron los verbos a su antojo y sin pretéritos imperfectos. Prohibieron con autoridad el ascenso al universo, como siempre, privilegio inequívoco de unos pocos.
Nos ganaron territorio con guerras frías y muchas palabras. Nos prohibieron el futuro y ajusticiaron el destino con tribunales de jueces corruptos. Vivieron nuestras vidas, mientras nosotros nos conformábamos con las migajas. Encadenaron a Peter Pam y el maravilloso mundo de los sueños lo tornaron de gris oscuro casi negro.
Nos dijeron que “no" a lo que debería haber sido un si rotundo, prohibiendo con autoridad el “si" al otro medio mundo. Mañana nos dirán que besar a quien nos apetezca tiene como condena una cadena perpetua. Mañana, mañana ...