¡Cuantas veces esperé!
Esperé un beso
en cualquier lugar del mundo
y lo esperé sin prisa
por si alguna vez llegaba
Esperé sentado
en el banco del parque
Esperé melancolía
en horas eternas de poesía
Esperé amor y pasión
cuando mencionaba tu nombre
entre sábanas vacías
Esperé dolor
sin querer sentirlo
sin querer sentirlo
y llegó, como una ola
de viento y rabia
Esperé observar
en alguna mirada
la transición que existe
entre mi alma y tu calma
Esperé compasión sin desearla
y sin embargo, ansié venganza
cuando los Dioses
me dieron la espalda
Y la ansié
con toda la fuerza de mi alma
Esperé un perdón
sin haber pedido antes permiso
Esperé la solución
al más complejo de los teoremas
Esperé la luz en la oscuridad
la calma dentro de la tempestad
Esperé sonrisas como recompensa
Esperé simplemente buenas noticias
Esperé a la luna
una noche sin luna
Esperé que al sumar dos más dos
no me sobrase ninguna
Esperé que un llanto
calmara mis miedos
Esperé aquel único y solitario:
¡Te quiero!
Y de tanto esperar, desesperé
y comprendí que tanto tiempo esperando
me había conducido únicamente
a una larga espera
Y entonces dejé de esperar
tan sólo por si acaso
Dejé de sentirme vacío
Dejé de forzar al destino
Dejé de sentarme en el parque
como todos los días hacía
Dejé de resolver teoremas
con incógnitas relativas
Dejé de hacer cábalas
con restas y sumas
Dejé de viajar a la luna
Y lo hice,
dejando, simplemente,
de esperar aquello que
no me correspondía
Porque quizá de tanto esperar
nublara mi vista y sentidos
y no viese el verdadero camino:
¡Qué probablemente
todo aquello que esperaba,
ni fue nunca mío
ni nunca lo sería!
Así pues...
... porqué seguir esperando
Así pues...
... porqué seguir esperando
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