Explícame la parte bonita de la historia

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Villaviciosa de Cordoba, Spain
Jim Morrison decía: "Y es por eso que me gusta tanto la poesía: porque es tan eterna. Mientras haya gente, se podrán recordar palabras y combinaciones de palabras. Nada puede sobrevivir a un holocausto salvo la poesía y las canciones. Nadie puede recordar una novela completa. Nadie puede describir un filme, una escultura, una pintura. Pero en tanto y en cuanto haya seres humanos, las canciones y las poesías pueden continuar...". O acaso: ¿Quien no se ha sentido alguna vez como un poeta atrapado entre el cielo y el infierno?".

"Los buscadores de sueños encuentran oro en cualquier parte"

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miércoles, 18 de marzo de 2009

¿Quien dijo que no?


De mirada locoide, como la de Galileo, cuando adjuto y detestado fue por la inquisición, encerrado en aquella casa acusado de un herejía tan solo propia de un verdadero artista. Siglos después los que lo condenaron lo venerarían, una sabia y justa ironía. Cosas curiosas de ésta, nuestra maravillosa vida. Así comienza esta especie de historia que nada que ver tiene con lo que aparenta.
Verbos, palabras, adjetivos, vocales, coloretes, serpentinas, consonantes o calificativos y entre ellos, todos ellos, envueltos en el objeto del deseo de un recuerdo pasado que poco muestra y menos enseña. El que todo lo puede, a veces no puede hacer nada y el que ni mantenerse en pie puede es capaz, dios mediante, de hacer crujir las entrañas de las montañas.
La bondad de la solidaridad. La redención de los altruistas. El gobierno que no tiene palacios y con utópicas palabras acierta. La cara y la cruz de un dios y un diablo. El madero y la santa luz. El bienestar del sol que ilumina la sanación de la sociedad. El hazme reír de los ejecutivos. El niño con cara de pillo y barba de más de tres días que columpia cada una de sus pamplinas sobre versos libres de divina poesía.
Todo esto forma parte de esta especie de historia que intento narrar mientras de nuevo, a mi lado, a poco menos de dos metros, el cabello aureo que diviso dentro de mi hogar, cuando a solas conmigo mismo escribo, me hace sentir el más grande ser de su universo.

Como un engaño. Como una vida complicada que salpica de por vida a los que a tu lado se cobijan. Pero: ¿Qué hacer?:

Un payaso siempre será un payaso
aunque por dentro
se esté desangrando

Las cosas nunca fueron como nos las contaron, desde la Santa Madre Iglesia hasta los modernos comerciantes de almas, que dispuestos están a vender su propia cabeza si con ese engaño hacen ese día de verano un soberano trato.
Y no, amigos míos,
quizá todo tenga un precio,
pero no todo está en venta

O acaso no es cierto aquello que de pequeños a algunos, al menos, no dijeron:
“De lo que oigas no creas nada
y de lo que veas tan solo la mitad”

Los bufones también tienen su mundo interior y en algunas ocasiones tan enriquecedor que sorpresivamente, de noche o de día, embaucaría a todos aquellos que nunca ni una sola carta por ellos apostarían. Uno puede comportarse risueño ante una multitud, conversar con doctores, jueces, gerentes y barrenderos y al hacerlo, hacerlo siempre con el mismo gesto entre sus bruces, pues el mismo chiste, es el mismo para unos que para otros. Que diablos me importa a mí el poder. El único compromiso que tengo es conmigo mismo y si cada día cultivo la honradez, aunque a veces me equivoque, y le añado unas gotitas de buen hacer y una fragancia de furtiva locura, manifestada en forma de carcajada segura, entonces creanme, amigos míos, cuando digo que voy por buen camino

Pero una cosa no quita a la otra
¿Quién dijo que no?
¿Quién dijo
que los payasos no lloran?

Quizá sea el que mejor lo hace
porque mientras por dentro
una lágrima resbala
por el quicio de la arista
de su poliédrico sentimiento

Su rostro permanece inquieto
sonriente, maquillado,
como si nada en su mundo interior
estuviese pasando

El secreto de su emoción va inscrito en su Adn, grabado a borbotones en cada una de sus bases nitrogenadas, como un codex misterioso del que muchos desean obtener una sabia respuesta. Y no, claro que no, el payaso nunca tiene todas las respuestas, aunque quizá sí una bonita sonrisa.
No todo el mundo alberga la facultad de llorar y reír al mismo tiempo, como si todo ello fuese parte de la misma escena del cuento y que nadie se de cuenta, de que sobre el escenario la obra de teatro que están viendo lejos de tratarse de una rebelión cómica, pudiera tratarse de una tragicomedia.
No todo el mundo es capaz de dotar a su sufrimiento de una amplia sonrisa y maquillar su dolor con coloretes y serpentinas. No todo el mundo es capaz de sobrellevar una carga oculta que a muy pocos importa, porque cada santo que cargue con su propia penitencia.

Pero no, no es cierto
que quien más se queja
es quien más sufre

La doble alma, la doble vida, siempre bien entendida es, si cabe, a veces, tan necesaria, porque hay payasos artistas y muchos que se hacen llamar “artistas” y que nunca llegarán ni tan siquiera a ser payasos.
Yo me quedo con la lágrima, con aquella que resbalaba sobre una de las aristas del despropósito, mientras al sonreír uno estaba emitiendo un profundo llanto.
La historia, desde la primera página siempre nos habló de temas como estos. El marco poético de un carismático tipo, aquel Tersites descrito por Homero que era el hazme reír de Troyanos y guerreros. O el mismísimo Cicirro el romano:

¿Quién les preguntó a estos antepasados
si al quedarse a solas consigo mismos
eran igual de divertidos
que ante todos aquellos anfiteatros
donde dieron rienda suelta
a aquella tergiversada locura
de hacer reír para que el resto de seres
simplemente, amigos míos, se sintiesen bien?

Quien se acercó hasta ellos, una sola vez y quiso ver a través de sus ojos, dejando atrás el colorete, el maquillaje, el pillaje de su picardía o su inmaculada sonrisa ante la vida. Quien se acercó a ellos y les preguntó:

-¡Amigo Tersites, cómo hoy te hallas
pues observo tristeza en tu rostro
y ese hecho no es un hecho propio de un payaso!

¿Quién?

Qué los payasos nunca lloran
que no entristecen, que no reflexionan,
o que no se encadenan a las mazmorras de su alma
para poder a la siguiente mañana
reencarnarse de nuevo en ese payaso con cara de pillo

¿Quien dijo eso?
¿Quién dijo que un payaso
no tenía un espléndido mundo interior?
¿Quién?

2 comentarios:

  1. Yo sólo te pido una cosa, querido payaso: No cambies jamás. Independientemente de tu estado anímico siempre eres capaz de sacarme una sonrisa, y eso, amigo mio, para mi, no tiene precio. Un inmenso y agridulce abrazo.

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  2. "Un payaso siempre será un payaso
    aunque por dentro
    se esté desangrando".

    ¡ que buena, dios !!!!!

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